Agradecemos a todos los escritores participantes del II Certamen Internacional de Cuentos Infantiles “Cuentos Domingueros” por enviarnos sus obras. Recibimos un total de 108 cuentos que fueron evaluados de manera anónima. Los mismos fueron enviados desde 17 países distintos: Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, España, Guatemala, México, Montenegro, Nicaragua, Paraguay, Perú, Puerto Rico, Reino Unido, Uruguay y Venezuela. El jurado estuvo compuesto por 3 escritoras reconocidas de Argentina, México y Puerto Rico, quienes fueron galardonadas durante el pasado certamen Internacional de Cuentos Infantiles “Cuentos Domingueros” : Nélida Magdalena Gonzalez, Silvia Elena Mora Montaño y Wandysel Torres Galán.
FALLO:
Los miembros del jurado del II Certamen Internacional de Cuentos Infantiles “Cuentos Domingueros”, luego de un proceso arduo y difícil de valoración de 108 cuentos anónimos, han tomado la decisión de otorgar el Primer Lugar al cuento “La aventura del prejuicio“, escrito por Nicole Alexandra Zavala Prado. Este cuento, utilizando un lenguaje simple y fácil de entender, explica la discriminación racial y el prejuicio que se vive en el mundo, dejando una gran enseñanza final a los niños lectores. El texto comienza dentro de un ambiente de segregación, donde las ovejas de pelaje blanco eran separadas de las que tenían otro color, ya que sus lanas eran utilizadas para realizar trabajos de textilería muy finos. Dentro de estas ovejas de otro color, había una oveja negra que pensaba que no servía para nada, pero muy dentro de sí soñaba con saber si era especial. El anhelo de ser mucho más de lo que creía ser, la llevó a escaparse del rebaño y vivir una aventura (junto a un gato negro y un cuervo) que le demuestra una realidad que no conocía.
Asimismo, el jurado del Certamen ha tomado la decisión de otorgar Menciones Honoríficas a 3 de los cuentos recibidos: “El libro inquieto” por María Jesús Pérez Barrios, “Brumosa, una brujita preciosa” por Elena Pahl y “El pollito color amapola” por María Teresa Rubira Lorén. Estos tres cuentos no tan solo son muy originales, creativos y divertidos, sino que también cumplen con los criterios de evaluación, conocimiento de técnicas narrativas de parte de las autoras y un lenguaje apropiado para la población a la que están dirigidos.
Como editorial, recibimos manuscritos constantemente. A nuestras manos llegan textos llenos de personajes inigualables con historias maravillosas… historias que el mundo merece conocer. No obstante, hay un problema muy común en la mayoría de estos textos: los diálogos no se entienden. Sí, así como lo lees. Un error muy frecuente con el que nos hemos topado mientras leemos estos manuscritos es el uso incorrecto del guion y la mala puntuación en los diálogos. Por tal razón, hemos decidido escribir este blog.
El guion
Comenzaremos este artículo, explicando lo que es un guion y cuáles son sus funciones. El guion es un signo ortográfico auxiliar en forma de un pequeño trazo horizontal que tiene varias funciones importantes, como la división de sílabas. El mismo no se debe confundir con el signo de menos (−) que es, como decimos en Puerto Rico, “un chinchín más largo” ni con la raya (—), que es el trazo horizontal de mayor longitud.
Si eliges escribir un diálogo en tu novela, no debes utilizar el guion, pues el diálogo no está incluido entre sus usos. Algunos de los usos más comunes del guion son:
Unir palabras u otros signos.
Ejemplo: artístico-literario.
Unir en coordinación dos prefijos asociados a una misma palabra.
Ejemplo: Realizar ejercicios pre- y posoperación.
Indicar la separación entre el primer y último valor de un rango.
Ejemplo: lunes-viernes de 8:00-5:00.
Marcar la separación entre los segmentos que componen una palabra (sílabas, morfemas, etc.).
Hacer la separación de una palabra cuando se llega al final de un renglón, indicando que este termina con una parte de la palabra, cuya siguiente parte va en el siguiente renglón.
Separar términos en direcciones de correos electrónicos y páginas web.
La raya
La raya, por otro lado, es un signo ortográfico de puntuación en forma de un trazo horizontal largo que puede emplearse de manera simple o doble. Cuando se utilice como signo doble, sus respectivas rayas de apertura y cierre deben ir pegadas a las palabras de los periodos que enmarcan y deben estar separadas por un espacio del elemento que las procede o las sucede (al menos que sea otro signo de puntuación), tal como aparece en el primer ejemplo a continuación.
Este signo ortográfico tiene varios usos, incluyendo:
Aclaraciones o incisos
Ejemplo: Juan quería comer guanábana —que era su fruta favorita—, sin embargo, su mamá le trajo una pera.
Listas
Ejemplo: Los países que encabezaron los juegos olímpicos de Tokio fueron:
—Estados Unidos
—China
—Japón
Diálogos e intervenciones del narrador
Ejemplo:
—Carmen —susurró Esperanza— creo que estamos perdidas.
En este artículo, nos enfocaremos en el tercer punto: diálogos e intervenciones del narrador. Siguiendo las normas de la Real Academia Española, cuando redactamos diálogos usando rayas, debemos tomar en cuenta los puntos a continuación.
El uso de la raya en el diálogo.
Cuando contamos una historia, utilizamos dos tipos de discursos: el del narrador y el de los personajes. Con el discurso del narrador, le informamos al lector lo que está aconteciendo, construyendo un relato visible que incluye procesos, acciones, escenarios, personajes, tiempos, lugares, entre otras maravillas. En cambio, el discurso de los personajes engloba el acto real de las palabras o pensamientos del personaje.
El diálogo es una de las herramientas literarias más utilizadas para mostrar lo que dice un personaje y cómo lo dice. No obstante, es un recurso técnico tan complejo y exigente que muchas veces terminamos cometiendo graves errores al desarrollarlos. Pero, como dijo el Chapulín, “¡que no panda el cúnico!” que para eso estamos nosotros. Aquí enumeraremos algunas normas básicas para entender el uso de las rayas y la puntuación en los diálogos.
Los diálogos comienzan con la misma sangría que comienzan los párrafos. Se abre con una raya e inmediatamente y sin dejar espacio, se escribe el parlamento. OJO: Aun si el parlamento comienza con un signo de interrogación (¿) o de exclamación (¡), NO debes dejar un espacio. Ejemplo:
—Ahí vino Juan a dejarte esto.
—¿Cuál Juan?
Si vas a agregar un inciso del narrador, recuerda que después del parlamento del personaje, SIEMPRE va un espacio; luego, la raya e inmediatamente y sin dejar espacio, el inciso. Si el personaje no continúa el parlamento, escribe punto y aparte (¡NO pongas una raya!). Ejemplo:
—Ahí vino Juan a dejarte esto —dijo Esperanza, tirando el paquete en la cama.
Presta mucha atención a esta parte. Cuando el inciso del narrador se introduce con un verbo, SIEMPRE comienza con minúscula, incluso en los casos de cierre con signos de exclamación (!) o interrogación (?), o puntos suspensivos (…), que equivalen al punto. Ejemplo:
—¿Cuál Juan? —respondió Carmen angustiada.
Presta mucha atención acá también. Si el inciso del narrador es una frase sin ninguna relación directa con el parlamento del personaje (descripción, acción, gesto, entre otros), hay que introducirlo con mayúscula. En este caso, el parlamento debe terminar con un punto o un signo equivalente (“?”, “!” o “…”). Ejemplo:
—Juan González, el hijo del Senador. —El cuerpo de Carmen se paralizó al escuchar aquel nombre.
Si al personaje le gusta hablar y quiere seguir hablando luego de que el narrador hace su intervención, debemos poner otra raya cuando acaba la intervención del narrador, inmediatamente y sin dejar espacio, y a continuación, el signo de puntuación que corresponda (punto, coma o punto y coma), un espacio y el parlamento del personaje. Ejemplo:
—¡Carmen, parece que has visto un fantasma! —dijo Esperanza, tocándole la cara—. ¿Quieres que te haga un té?
OJO: Debemos usar dos puntos a continuación de la raya de cierre cuando el inciso del narrador anuncia la continuidad del parlamento del mismo personaje. Ejemplo:
—No te preocupes, tengo agua aquí —respondió Carmen con una cara pálida. Bebió, respiró y, luego, preguntó—: ¿Qué habrá dentro de ese paquete?
Aunque no pasa muy seguido, en ocasiones se da el caso de que en un diálogo se cita otro diálogo. En este caso, se debe anteponer una comilla latina de cierre (») a la raya del diálogo citado. Ejemplo:
—Ayer, estuve en casa de Sonia y escuché cómo Juan planificaba con otro hombre el asesinato de Jorge. Esto fue lo que escuché:
»—Es hora de que el maldito de Jorge pague con su vida —dijo Juan.
»—Estoy de acuerdo. ¡Pongamos manos a la obra! —respondió el otro hombre.
Y, por último, si el parlamento del personaje es tan extenso que requiere varios párrafos, a partir del segundo (y los que le siguen), debe anteponerse una comilla latina de cierre (»). Ejemplo:
—Sentí tanto miedo que me quedé paralizada. ¿Por qué querrían matar a Jorge si es un muchacho tan educado? Salí corriendo de casa de Sonia sin despedirme. Tenía miedo de que algo le pasara a Jorge, así que le fui a avisar lo que había escuchado. Pero cuando llegué a su casa, no había nadie. Parecía que llevaba vacía hacía días.
»—¿No será que Juan sabe que escuché la conversación y quiere hacerme daño? ¡Típico hijo de politiquero corrupto! ¡Me da mucho miedo abrir ese paquete, Esperanza! ¡No sé qué hacer!
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Si eres escritor o escritora —o formas parte del mundo de la edición—, seguramente, hayas escuchado sobre el ISBN. En el mundo editorial, ese término nos persigue; sin embargo, solemos tomarlo a la ligera. Cada vez que vamos a publicar, simplemente, adquirimos un ISBN y ¡listo!, ya podemos venderle nuestra creación al mundo. Pero… ¿qué es el ISBN y para qué sirve? Te responderemos esa pregunta en las siguientes líneas.
Cada vez que nos sentamos a escribir, tenemos como fin principal publicar y llegar a miles —y millones— de lectores. Mientras pensamos en la publicación, nos hacemos muchas preguntas, como “¿debo autopublicar o publicar con una editorial?”, “¿qué formato debe tener mi libro?”, “¿debo tirar una primera edición a ver cómo me va y, luego, tirar otra?”, entre muchas —muchas— otras. Y, aunque no lo creas, todas esas preguntas tienen que ver —a su manera— con el ISBN.
¿Qué es el ISBN?
El ISBN o International Standard Book Number es un identificador numérico único para libros —con reconocimiento a nivel mundial—, desarrollado para permitir una mejor comercialización y distribución de cada libro o producto editorial publicado. Su propósito principal es identificar un título o la edición de un título de un editor específico, permitiendo un mercadeo más eficiente a librerías, bibliotecas, universidades y distribuidores en general. Además, facilita la logística y la recopilación de datos estadísticos.
FUN FACT: Hasta finales del mes de diciembre del año 2006, los ISBN constaban de 10 dígitos; sin embargo, hoy consisten en 13 dígitos. Pero si solo tienen 13 dígitos y miles de autores publican cada día, ¿cómo no se repiten los números? ¡Fácil! Los ISBN se calculan mediante una fórmula matemática específica e incluyen un dígito de control al final que valida cada número.
¿Qué significa cada parte del ISBN?
El ISBN está dividido en 5 partes, cada una con su respectiva funcionalidad e importancia:
El prefijo: está compuesto por 3 dígitos. Actualmente, las únicas dos opciones válidas son 978 y 979; sin embargo, a medida que se agoten los códigos, se pueden asignar nuevos números. Este prefijo indica el tipo de producto.
El grupo de registro: ayuda a identificar la zona geográfica en donde se publicó el libro y puede tener una longitud de entre 1 y 5 dígitos.
El registrante: esta parte puede contener hasta 7 dígitos y sirve para identificar al editor, a la editorial o a la casa publicadora.
El número de publicación: puede contener hasta 6 dígitos y determina el título, el idioma, la edición y el formato de la obra.
Dígito de control o validación matemática: este es el último dígito del identificador y se encarga de dar validez al resto de los números. Como dijimos anteriormente, este dígito se obtiene mediante una fórmula matemática específica.
¿Mi libro debe tener un ISBN para poder venderse?
Aunque no es obligatorio tener un ISBN, muchas librerías y distribuidoras se niegan a vender libros que no tienen el identificador, ya que esto les complicaría enormemente la gestión comercial.
OJO: Si vas a publicar un libro sin ISBN, nuestra recomendación es contactar primero a las librerías de tu zona geográfica para cerciorarte de que estas estén dispuestas a comercializar un libro sin identificador.
¿Puedo utilizar el mismo ISBN para todos mis libros?
La respuesta es no, ya que, como mencionamos anteriormente, el número de publicación dentro del ISBN determina el título, la edición y el formato de la obra. Por tal razón, se le debe asignar un nuevo ISBN a un libro cuando:
Se revisa una edición de un libro ya existente,
Se cambia el editor,
Se realiza una edición de un libro en una nueva lengua,
Se realiza un cambio de formato (tapa dura, tapa blanda, pdf, html, etc.),
Se cambia el título.
OJO: No importa si el contenido del libro es el mismo, un cambio en el título es una modificación sustancial, por lo que se requerirá un nuevo ISBN.
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