♥ Con Pluma Papel LLC

Aida Mendoza Rivera

Aida Mendoza Rivera

Aida Mendoza Rivera  (Cayey, P.R., 1965). Es doctora en historia graduada del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, y autora del libro “Sonó el timbre. Cayey: de la azada a la máquina“. 

 

“Escribo sobre Cayey porque lo amo. Investigo su historia y promuevo su valiosa aportación a la nación porque creo que es importante para mis conciudadanos conocer sus orígenes”.

Autobiografía

En la Sierra de Cayey, un 11 de agosto del 1965, vi luz por primera vez, llamándome mis padres Aida Josefina Mendoza Rivera. Tomaron los nombres de mis dos abuelas para forma el mío. Siendo mis padres Manuel Mendoza y Laura Rivera. Mi padre —que en paz descanse— laboró en el mundo de los muebles en Mueblerías Mendoza con su tío; además, trabajó vendiendo seguros de vida. Mis abuelos paternos fueron Cruz Mendoza, hermano de Francisco Mendoza y Aida Báez. Mi abuelo paterno tuvo varios negocios; entre ellos, un colmado y un almacén de provisiones al por mayor. Francisco Mendoza visitaba a mi abuelo todos los domingos y yo tenía la oportunidad de conversar y bromear con él, sin entender que él era una persona importante en nuestro país. Mi abuela materna, Josefina Sosa, era secretaria de la Parroquia la Asunción de Cayey; mi abuelo materno, Pedro Rivera, fue tabacalero en Comerío y falleció cuando mi mamá tenía cuatro años.

Para la década del 70, comenzó mi educación formal en los predios del Colegio la Merced de Cayey. Entre monjas, sacerdotes y laicos, me formaron tanto en lo académico como en lo espiritual. De mis maestros, reconozco a la Sra. Pérez, maestra de Estudios Sociales, ya que ella se convirtió en nuestra maestra, consejera, asesora y —para mí— un ejemplo a seguir. Tan solo con mirar a sus alumnos, ya sabía su estado de ánimo; muchas veces, echó el plan de trabajo a un lado para comenzar su rol de psicóloga.

Al llegar a la escuela superior, ingresé a la Escuela Superior Miguel Meléndez Muñoz de Cayey. En el 1983, llegué a la Universidad. Elegí quedarme en Cayey, ya que, desde la escuela superior, visitaba la biblioteca y, poco a poco, me enamoré del campus por su verdor y por su historia. Me impresionaba pasar por un puente que cuentan que uno puede pasar de la universidad al polvorín por debajo; es decir, es un túnel. Además, me impresionaban las ruinas del viejo campamento español. Siempre me he preguntado por qué no lo convierten en una zona turística. Me gradué de un Bachillerato en Educación, tanto en elemental como secundaria, con especialidad en historia.

En el verano del 1986, ingresé al mundo laboral en el periódico La Opinión, en donde comencé vendiendo anuncios. De ahí, pasé al Departamento de Educación a ejercer como maestra. Tuve la dicha de laborar en tres escuelas de Cayey: Gerardo Selles Solá, Rexford Guy Tugwell y la Superior Miguel Meléndez Muñoz. Además, tuve la experiencia de ser profesora universitaria en la Universidad Ana G. Méndez en Gurabo. Un elemento que siempre mantuve en las tres escuelas fue organizar asociaciones estudiantiles con el interés de ofrecerles a los estudiantes múltiples experiencias, tales como conocer autores reconocidos, excursiones, concursos, diseñar libros de colorear para niños, entre otros.

En el 1990, comencé a estudiar la Maestría en Administración y Supervisión en la Universidad de Phoenix (en ese entonces, en Rio Piedras). Aunque nunca ejercí como directora, siempre ayudé a mis directores en sus diversas funciones. En el 1992, me uní a un grupo que cambió mi vida totalmente, tanto en lo espiritual como en lo emocional. Me refiero a los Vicentinos de la Parroquia Nuestra Señora de la Merced Montellano en Cayey. En este grupo, conocí la cara de la pobreza. Fueron múltiples las situaciones que vi, desde gente sin hogar, personas sin alimentos y personas sin trabajo. Siempre nos decían que tuviéramos una lupa para ver la necesidad. Siempre fortalecimos la espiritualidad en el grupo. Además, se realizaban actividades culturales. De este grupo, el director espiritual era el padre Jesús Sáez, un sacerdote sumamente culto que estudió en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Él me hablaba de sus estudios, incluso me llevó a conocer la institución y, desde el primer momento, dije: “yo quiero estudiar ahí”. Y así hice.

En el 2009, logré la meta de llegar al Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, en donde amplié mi bagaje cultural y empecé a reconocer que la historia de los pueblos hay que estudiarla más. En el curso del Dr. Juan Manuel Delgado, nació mi interés de estudiar más la historia de mi pueblo, Cayey. Tanto así que mi tesis fue sobre el proceso de industrialización en Cayey desde el 1952 al 1973. Para ese mismo tiempo, me encontré un día con el Alcalde de Cayey y le mencioné que él estaba haciendo una obra de cambio en el pueblo y que eso había que documentarlo. Pensé que no me había escuchado, pero, para mi sorpresa, sí lo hizo. Y por eso, cuando se enteró que me retiraría como maestra, me llamó para que fuera parte de su equipo de trabajo para documentar la historia de Cayey.

En mi recorrido por el Centro de Estudios Avanzados, tuve múltiples oportunidades; entre ellas, pertenecer a varios grupos, como la Asociación de Estudiantes de Historia y la Asociación de Historiadores. Me di cuenta de que en la montaña no existían muchas agrupaciones de historiadores y nos organizamos. Así nació, en el 2015, el Taller de Investigación Histórica de Caguas. En el 2015, también organicé un grupo para fomentar la lectura en la Casa del Cuento y la Historia Cayeyana, en donde se presentaron los libros de Martin Cruz Santos, Herminio de Jesús, Maribel Rivera, José Lee Borges, Gerardo Hernández, entre otros. Aquí los estudiantes de la Superior Miguel Meléndez Muñoz tuvieron la oportunidad de conocer a autores contemporáneos. A este proyecto, se nos unió, en el 2016, el Colectivo Impacto Cultural, en donde unimos arte, música y libros. En el 2021, se retomó el proyecto de forma virtual.

En el primer semestre que se realizó el proyecto de fomentar la lectura en Cayey, los autores invitados eran Cayeyanos con el interés de resaltar a nuestros autores, como Martin Cruz Santos con su texto “Afirmación de las políticas culturales”, Herminio de Jesús con su texto “Historia de la Navidad” y Maribel Rivera, autora del primer libro sobre el Bullying en Puerto Rico. En el 2022, durante la Semana de la Mujer, fui homenajeada por el Senado de Puerto Rico, entidad que me reconoció como la mujer que se dedica a escribir sobre temas de su pueblo de Cayey. Cayey —como decía la maestra y poeta cayeyana Ovidia Cintrón de Ochoa—, nuestro pueblo, es cultura tanto en la gastronomía, deportes, música y arte. Este pueblo tiene de todo y lo que hace, lo hace bien.

A mi entender, Cayey es la cuna identitaria del jíbaro y eso lo hace ser un pueblo formador y forjador de la cultura puertorriqueña. Cayey camina hacia ser una Capital Cultural. Muchos pensarán que eso es una exageración, pero no lo es, ya que ese caminar es de hace años, desde ser una plaza tabacalera hasta convertirse en una ciudad universitaria.